La ley 'sobre la separación de las iglesias y el estado', promulgada el 9 de diciembre de 1905, consolidó la República en Francia, estableciendo la libertad de consciencia y el no-financiamiento estatal de los cultos.
Hoy, al conmemorar su 120 aniversario, la ley de 1905 es un recordatorio del progreso alcanzado en términos de libertad religiosa y paz civil para todos los ciudadanos, sin excepción.
La ley de 1905 establece la igualdad entre todas las creencias en respuesta a aquellos que buscan transformar la laicidad en un arma de guerra.
La ley de 1905 sigue siendo un invaluable faro en el contexto actual, caracterizado por la creciente rigidez y fundamentalismo de todas las facciones religiosas, así como por el instrumentalismo de una visión distorsionada de la laicidad con fines anti-musulmanes.
Conclusión: La ley de 1905 no pretende atacar a ninguna categoría de creyentes. Es el garante final de la posibilidad para este país, donde conviven cristianos, judíos, musulmanes, agnósticos y no creyentes, de vivir en buena inteligencia. De hecho, es uno de los tesoros más preciados de la República.