El presidente de la República ha confundido sus deseos con la realidad, creando una ilusión de calma social y política que se desvaneció el 13 de mayo.
A pesar de la intervención de 2.700 gendarmes, policías y militares, la calma todavía no se ha restaurado.
Los signos de una crisis imminent estaban presentes, pero se ignoraron.
La falta de consenso sobre la reforma del cuerpo electoral es un reflejo de los desafíos más amplios de desigualdad y expectativas no cumplidas.
Conclusión: Emmanuel Macron debe reconocer el fracaso de su método y tener el 'coraje' para hacer un mea culpa genuino ante la violencia y la inestabilidad que no desaparecerán con su llegada.