Rusia e Irán forman una alianza contra Occidente, exacerbada por el conflicto en Oriente Próximo.
Ambos países se han convertido en parias internacionales debido a su militarismo y han fortalecido sus lazos para esquivar sanciones.
Moscú y Teherán buscan derrocar la democracia occidental para instaurar un nuevo orden iliberal.
Putin y el régimen de los ayatolás han incrementado su asociación estratégica, especialmente evidente en su apoyo conjunto al dictador Bashar Asad en Siria.
Rusia está utilizando a Irán en su campaña para desestabilizar a Europa y a Estados Unidos, lo que aumenta el riesgo de un conflicto total en Oriente Próximo.
Conclusión: Rusia e Irán están empleando su creciente alianza para cuestionar y desestabilizar el orden democrático occidental, aumentando la posibilidad de una escalada conflictiva en Oriente Próximo.